lunes, 28 de marzo de 2011

El disco y la soberanía

En distintas ocaciones me ha tocado hablar ante heterogéneos públicos sobre la función de la música en nuestras sociedades contemporáneas. En todas estas ocaciones decidí comenzar con una experiencia tan lúdica como reveladora: colocar música para que la gente la reconozca. Intercalé temas de música que no pertenece a nuestro patrimonio inmaterial con otros que conforman el extenso abanico de manifestaciones musicales que nos definen como país.

De esta manera temas como “Thriller” popularizado por Michael Jackson, “El Africano” popularizado por la orquesta de Wilfrido Vargas, “El Ratón” popularizado por Cheo Feliciano e “Hijo de la luna” entre otros, compartieron audición con “El celoso” cantado por Ismael Querales y Francisco Pacheco, una “malagueña” cantada por Cecilia Todd y el “avispero” grabada por la Orquesta Típica de Margarita, entre otras.

El público de la actividad por lo general reconoció los temas radiados y televisados por la maquinaria del entretenimiento de los medios de comunicación privados, a penas a los primeros 10 segundos, en ocaciones sin esperar a que sonara la voz del o la cantante. Y en su mayoría casi nadie reconoció ni la música ni los intérpretes de nuestras manifestaciones culturales.

Este ejercicio sorprendió a los mismos participantes en el profundo desconocimiento de nuestra música, enfrentado a la inmediata reacción frente a los sonidos que se nos ha bombardeado durante años.

Luego de esto suelto un dato que muy poca gente parece conocer y que aprendí de unos compañeros cubanos en el año 2008: resulta que según una investigación realizada por la firma Public Opinion Strategies Survey en el año 2007, el 51% de los encuestados manifiesta que su entretenimiento más importante es escuchar música. En dicho estudio ver televisión obtuvo sólo el 27% e ir al cine obtuvo apenas el 10%.

De esta manera nos damos cuenta de lo importante que puede ser la música en la vida de un ser humano. En este caso no se trata de promover algún tipo de xenofobia musical o cultural, ya que los temas foráneos escogidos son de alta calidad en sus respectivos géneros, aquí de lo que se trata es de abrir los ojos ante un fenómeno muy bien pensado por los grandes poderes económicos; y es la desaparición sistemática de la memoria histórica y cultural de los pueblos para el afianzamiento de un neo-coloniaje que nos mantenga adormecidos y esclavizados.

Aquí encontramos entonces la importancia de desarrollar una política cultural en la que el Disco, su contenido, su estética, tanto musical como gráfica y sobre todo su difusión y masificación, se conviertan en una de las tantas armas ideológicas que la revolución debe empuñar sin complejos de ningún tipo, para que el Tamunangue, el Calipso, el Sangueo, el Joropo, el Chimbangle y tantas otras manifestaciones musicales que definen el rostro de la Patria, retomen el espacio que se le ha arrebatado en la conciencia colectiva de un pueblo que es Libertador por naturaleza espiritual.

El disco entonces, y el apoyo a los cultortes, cultoras, creadores, creadoras y artistas de la disciplina musical, en materia discográfica, debe transformarse en una espada de la gestión cultural, para que nuestras escuelas estén repletas de manifestaciones culturales que nuestros niños canten y bailen, nuestras radios y televisoras, honrando la Ley de Responsabilidad Social, difunfdan la obra musical de nuestros artistas para que se baile tanta salsa como joropo en los cumpleaños de los hogares venezolanos.

Conocernos como pueblo es amarnos como tal, y amarnos como patria es defendenos de cualquier amenaza imperial, sea militar, económica o cultural. Que la voz de Vidal Colmenares, Lilia Vera, Amaranta Perez, José Alejandro Delgado, Gustavo Perez, Luciene Sanabria, Hernán Marín, María Rodríguez. Margarito Aristiguieta, la bandola de Ismael Querales, el cuatro de Luis Pino, la bandola de Beto Valderrama Patiño, la Flauta de José Antonio Naranjo, el arpa de Eduardo Betancourt y Yustadi Laza, y muchísimos más que se quedan en el tintero, suenen fuerte, Muy fuerte en el alma de la patria y queden sembrados en los corazones de este glorioso pueblo, es por eso que afirmo con firmeza que: El éxito de la gestión discográfica del estado, es un tema de soberanía nacional.
Pedro Colombet
Publicado en el primer número de la revista Se mueve, 
editada por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura

1 comentario:

  1. Gracias! Es nuestra tradición musical la que nos mantiene anclados en el amor. La defensa de esos sonidos es la defensa de lo que nos hace realmente humanos...

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